Aún tengo recuerdos lejanos de cuando ibas a despedir a los familiares al aeropuerto.
Aparcábamos en frente de la entrada e íbamos con ellos hasta las puertas.
Las puertas del aeropuerto no. Las de las pistas.
Allí dabas besos y abrazos y se iban andando hasta el avión.
Luego subías un piso y desde la terraza podías verles subir por la escalerilla del avión y esperar para ver el despegue.
A que suena viejuno.
Igualito que ahora.
Ahora nuestro aeropuerto es un gigantesco Escape Room tragaperras.
Tragaperras porque pagas para aparcar (más cuanto más cerca). Pagas por beber agua. Pagas por ir por el fast lane y adelantar al resto de personas en el control de seguridad. Pagas por el otro fast lane para embarcar antes que el resto de mortales.
También pagas sencillamente por estar. A 1€ por minuto cuando acompañas a alguien así que sólo puedes despedirte rápidamente en el aparcamiento o, como mucho, acompañarlo hasta la cola del control de seguridad.
Nada de sentimentalismos.
Escape Room porque antes desde el aparcamiento hasta la entrada del avión había ¿cuánto? ¿100 metros?
Ahora tienes kilómetros y kilómetros. Subes y bajas plantas. Haces colas continuamente. Utilizas decenas de cintas transportadoras.
La distancia en línea recta es la misma, pero el camino que tienes que hacer es la envidia de los de IKEA.
Como en todo buen Escape Room hay que tomar muchas decisiones. Y si te equivocas pierdes el vuelo.
Puedes plantearte más de dos horas antes del despegue para empezar.
Primera decisión: ¿taxi? ¿coche? El transporte público sólo si te sobra alguna hora adicional.
El taxi te costará más o menos lo mismo que el pasaje de avión.
El coche, depende.
El coche tiene más juego. Puedes optar por dejarlo en el aparcamiento más cercano y más caro desde el que sólo en 5 minutos y 2 cintas transportadoras estarás en la entrada del aeropuerto. Si tienes 20 minutos más puedes optar por el aparcamiento de larga estancia (larga debe ser cualquier cosa de más de 1 día, por el precio lo digo). En ese caso cambias las 2 cintas transportadoras por un autobús lanzadera que también es divertido.
Supongamos que no tienes que llevar equipaje pesado. Esto te puede ahorrar un tiempo imprevisible entre 5 minutos y 45 minutos o más dependiendo de la gente que espere en tu compañía.
Pero hoy ya se ha convertido en un arte aprender a microempaquetar todo lo que vas a necesitar durante un fin de semana largo en 25x35x55 cm (incluidas ruedas y manijas) y que pese menos de 10 kg. Otra parte de lo más divertida de un viaje.
A continuación llegas al control de seguridad.
Objetivo: que te sientas como un terrorista en Guantánamo.
Perdón, quería decir, que te sientas superseguro cuando vuelas en avión.
Primer paso del control de seguridad: tirar toda bebida potencialmente arma letal. Por ejemplo, el agua.
Más decisiones: ¿Qué cola será la más rápida? Es un juego trampa. Ya lo sabemos todos. Escojas la que escojas acabarás retenido y viendo que las otras colas avanzan más rápido.
Mientras esperas a que la cola avance puedes dejar en cajas de plástico todo lo que lleves en los bolsillos, todo lo metálico, la super-maleta microempaquetada y las botas.
Aquí viene otra parte divertida del escape room: ¿pitará o no pitará? ¿tendré que abrir el equipaje (con la dificultad de volver a montar el tetris para cerrarlo)? ¿tendré que pasar el control aleatorio de sustancias peligrosas?
A continuación hay que conseguir encontrar un asiento mientras vas descalzo y llevas tres cajas de plástico para volver a vestirte y pasar al siguiente paso del juego.
Este es el laberinto.
Intenta conseguir pasar a través de las estanterías llenas de licores, souvenirs y cajas de Toblerone y esquivar las cajas de pago sin acabar saliendo por el control de seguridad del lado contrario.
Si es así ya estás llegando al inicio de la zona de embarque. Intenta encontrar un marcador para comprobar que no te han cambiado la puerta de embarque desde que sacaste la tarjeta de embarque (saltarse esto es un error típico de los novatos) y encontrar si debes ir al pasillo A, B, C, o Z.
Aquí vienen las cintas trampa. Son cintas que te hacen pensar que llegarás antes a tu destino pero, en realidad, la mitad de ellas estarán en reparación. Y para la otra mitad es más rápido ir andando por fuera que entrar en la cinta donde, con toda seguridad, encontrarás gente bloqueando el paso.
Empíricamente está demostrado, tras muchos años de experimentación, que ambas opciones tardan lo mismo.
Si no te has perdido por fin llegas a la zona de contención, digo, la puerta de embarque.
Si no te gusta jugar habrás comprado el acceso VIP que te permite, pagando un suplemento, ser de los primeros en acceder al finger, entrar al avión y sentarte en tu avión antes que el resto de los mortales. Allí esperarás a que entre todo el resto del pasaje porque al final vais a despegar todos a la misma hora y aterrizar todos juntos.
Si prefieres el juego completo entonces puedes decidir hacer la cola larga con la emoción restante de pensar si habrá espacio para tu maleta cerca de tu asiento o si, por el contrario, deberán llevarla a la bodega añadiendo otras emociones hasta la hora del aterrizaje.
En definitiva, se ha convertido una experiencia casi romántica en algo innovador: un gran juego para que todos podamos disfrutarlo.
Aunque no queramos.
¿Alguna idea para innovar y mejorar este proceso?
¿O para hacer más entretenido, si cabe, este juego?