No. No voy a ser yo quien vaya a decir que formarse no es importante.
Y no me vale aquello de que eso es porque yo me dedico a la informática, a la tecnología, a la innovación.
Aunque te dediques a la cría del caracol vas a tener que reciclarte, que descubrir nuevas técnicas, nuevos mercados, nuevos clientes, nuevas formas de trabajar con bancos, de pagar impuestos.
Es imprescindible estar formándose continuamente a lo largo de toda tu vida.
Para nada vale aquella premisa de estudia hasta los veintitantos y luego vivirás 40 años de lo que has aprendido hasta que te jubiles.
Que incluso se siguen promoviendo en los planes de estudio formalizados en el BOE.
Eso era de otras épocas. Tiempos donde el nieto podía seguir haciendo el mismo trabajo que el abuelo. Con las mismas herramientas, las mismas técnicas, en la misma aldea.
Eso se acabó. Puedes añadirle por suerte o por desgracia, como prefieras. Pero se acabó.
Pienso que incluso refleja una mentalidad fuera de lugar pensar en algo llamado contrato indefinido cuando la empresa que te contrata es altamente improbable que pueda durar más de 20 años.
¿Indefinido?
Cada año que pasa está más definido cuando se va a acabar el contrato. Cuando la empresa se tenga que jubilar. Es inevitable. ¿Y entonces qué?
Porque todo se mueve muy rápido.
Y cada vez más.
Seguro que mis hijas se reirán de lo lento que iba todo en nuestra generación.
Sí. Formarse es importante.
Pueden ser temas técnicos, de tu especialidad que seguro que está evolucionando.
Pueden ser temas más genéricos como aprender a hablar en público, a ser productivo, a gestionar tu dinero, a hacer networking, trading o storytelling, a evitar que te hagan phishing, crashing o stressing.
Puede ser mediante cursos presenciales, cursos online, leer libros, escuchar podcasts. Un poco de todo probablemente.
Pero debe tener sus límites.
No puede ser que formarse se convierta en el eje de tu día de trabajo.
Porque lo cierto es que no te lo vas a acabar.
Que por mucho tiempo que le dediques siempre habrá otras cosas que te podrían ser útiles a corto, medio o largo plazo.
Y sobre todo porque formarse es importante… si va seguido de ponerlo en acción.
Como decía el anuncio de neumáticos: la potencia sin control, no sirve de nada.
Formarse sin poner en práctica, sirve para perder el tiempo.
Me sorprende cierta gente a la que me gusta seguir y aprender de ellos. Escriben grandes artículos, publican libros interesantes, publican podcasts instructivos a diarios. Sí, sí. A diario.
Podría estar todo el día consumiendo esa información que ellos generan.
Sin embargo, me pregunto: ¿cuánto tiempo deben dedicar ellos a generarla?
Porque ese no es su negocio principal. Eso es una forma de atraer clientes a su negocio de verdad.
Y contando todo esto ¿cuánto tiempo deben dedicar ellos a autoformarse?
Deben tener necesariamente muy limitado el tiempo que dedican a formarse. De lo contrario sería imposible que pudieran publicar lo que publican y gestionar sus propios negocios si además dedicasen un exceso de tiempo a escuchar y leer a otros.
Encontrar el punto de equilibrio es vital.
Formarse debe ser parte de nuestra jornada profesional. Una parte importante.
Y cada formación debe tener un sentido. De cada cosa que estudiamos hay que sacar un algo donde lo vamos a aplicar. Pronto. Antes de que se nos olvide.
Y ese desarrollo profesional debe dejar espacio para el resto de las cosas que son importantes en nuestra vida y en nuestro negocio.