Cuando en el título de un libro veo la palabra «Organización» ya sé que no se dirige a pequeños negocios.
Lo mismo me pasa cuando hablan de «estrategia» o «liderazgo».
No digo que una pequeña empresa no sea una organización, ni mucho menos.
Tampoco me refiero a que ese pequeño negocio no tenga una estrategia para conseguir salir adelante y crecer o que no tenga que aplicar el liderazgo con mis primeros empleados.
Pero las palabras son importantes y dicen mucho más de lo que significan.
Dicen la intención que tiene el que las escribe.
Porque cuando el libro o la charla o el artículo usa esos términos es una de dos:
- Está pensado para toodo tipo de organizaciones.
- Está presentado por un experto que ha estudiado mucha teoría.
En el primer caso va a ser poco útil para un pequeño negocio porque, casi seguro, me mostrará ejemplos aplicables a medianas empresas, a multinacionales, a ayuntamientos o, incluso, a ONGs. Intentará contentar a todo el mundo.
Y sé que me va a costar muchísimo interpretarlo y traducirlo al día a día de mi pequeña empresa (o la de mi cliente).
En el segundo porque, aunque lo que explique pueda ser perfectamente válido y justificado, lo dirá con términos genéricos y abstractos donde todo vale y todo cabe.
Mi cerebro tiene que estar siempre buscando la forma de aplicar lo que leo y lo que veo y lo que escucho a acciones concretas que pueda poner en práctica.
Cuando yo leo
«El respeto es el hilo frágil que mantiene fuertes las organizaciones y los equipos. Es el respeto que el líder tiene a sus seguidores y que lo hace defender una coherencia sólida entre lo que dice y lo que hace. El respeto debe ser lo que inspira cualquier relación jerárquica o plana en la organización.»
Lo que mi mente interpreta es
«Antes de abrir la boca con mi empleado debo tener en cuenta que vea que le propongo, no le impongo, una idea de mejora y que es lo que yo mismo hice en una situación similar»
Si me requiere mucho esfuerzo traducir el lenguaje a mi experiencia personal menos útil será lo que pueda extraer de ello. Si tengo que rumiar dos minutos cada párrafo acabaré abandonándolo.
Mi tiempo es oro.
Peor aun si lo que me cuenta no es ni aplicable en mi caso.
Yo no soy Nokia ni Kodak ni GitHub ni mucho menos Apple. Esos ejemplos me pueden inspirar y pueden ser fácilmente entendibles para todo el mundo. Pero, al mismo tiempo, esos ejemplos me hacen sentir que estoy jugando a otra liga y que lo que me cuenta no lo voy a poder aplicar a mi propia empresa.