La idea intermitente

Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, …

¿Te has encontrado alguna vez con esa idea que está en la mente de la gente y, por mucho que expliques que no es el momento, aparece y aparece y aparece continuamente?

No es la primera vez que me pasa.

De hecho, es muy habitual al construir primeras versiones de productos.

El creador del producto acaba de ver alguna funcionalidad y está absolutamente convencido de que poner eso en su propio producto será algo genial.

Y viene y me lo explica.

Y voy y lo analizo.

No me gusta dar respuestas sin pensar bien los argumentos y las opciones (cosas de mi mente analítica) así que suelo escuchar y luego ir a mi laboratorio de Dexter para destriparla y valorarla.

Y llego a la conclusión de que esto no es un pequeño cambio. Que añadir esa funcionalidad va a requerir un tiempo importante.

Y el tiempo, en especial cuando estás lanzando un nuevo producto y aún no has validado que vaya a tener sentido en el mercado, es algo muy crítico.

Así que vuelo a hablar con el creador, le explico las razones por las cuales ahora no es el momento. Que, si eso, más adelante.

Y me entiende y pone esa cara de «Bueno, que le vamos a hacer».

Y seguimos avanzando todos en el proyecto.

Y unos días más tarde vuelve el creador con, más o menos, la misma idea. Quizá algo disfrazada. Que sería fabuloso tener esto. Que con eso lo vamos a petar.

Pero está claro que en el fondo es la misma idea. Y, por lo tanto, el análisis y la conclusión es exactamente la misma.

Y así se lo vuelvo a explicar. Por fin se retira una vez consigue la promesa de que lo estudiaremos más adelante. Con todo el cariño. Una vez hayamos lanzado lo que tenemos entre manos.

Y a los pocos días se presenta otra persona del equipo explicando que durante la comida ha surgido la idea otra vez y que realmente parece muy interesante.

Es el momento de irse a la pared más cercana y empezar a darle cabezazos.

Evidentemente hay formas de dejarlo todo más claro: un email a todo el mundo explicando la idea, su impacto y que va a ser explorada en el futuro.

Quizá hasta una presentación formal.

Sin embargo, esas ideas intermitentes pueden ser muy persistentes.

Pero mucho.

He visto incluso casos donde cuando tienen el producto entregado vuelve a surgir la pregunta: «¿Y esa funcionalidad? Pensaba que ya estaría»

Pero si está explicado, reexplicado y documentado. Pero siguen sin ser felices con la respuesta.

Llegando hasta el punto de que, una vez está el producto listo es el momento de volver a negociarlo: «Esto está genial peroooo, antes de lanzarlo al mercado, podríamos añadirle eso que estuvimos hablando hace un tiempo ¿no?».

O los más sofisticados: «Yo voy poniendo esto en el mercado mientras ahora vemos como añadir esa funcionalidad». Para darte cuenta al poco tiempo que, en realidad, no hacen ningún esfuerzo por venderlo a la espera de tener el producto final que tenían.


La velocidad es importante al lanzar nuevos productos. Muchas veces hay que ser drástico a la hora de recortar funciones.

Todos nos enamoramos de nuestros productos y de nuestras ideas, pero, con mucha frecuencia, que nosotros nos enamoremos no es lo importante. Lo que importa es que se enamoren nuestros clientes.