Términos de uso peculiares

Tengo que reconocerlo. Normalmente no me leo los términos y condiciones.

Normalmente significa prácticamente nunca.

Puede que sea un bicho raro.

Lo dudo.

Quizá los únicos que me he leído son los de mis propias webs o de algunos de mis clientes. Y supongo que soy el único que se los ha leído.

Pero ahí tienen que estar. Es un requerimiento legal.

Con poner esa información enlazada en la página web ya se da por entendido que nuestros derechos están cubiertos y salvaguardados.

Supongo que, si alguien hiciera un mal uso de mis datos, y si yo fuera capaz de darme cuenta, y si ese mal uso me implicase un perjuicio mayor que el meterme en juicios y abogados y todo lo que eso conlleva entonces sí los leería.

De momento llevo mi vida sin tener que llegar a ese punto.

Y espero poder seguir así por mucho tiempo.

Pero a veces los términos legales encierran cosas interesantes.

También se puede ser innovador en aquellas cosas que pasan desapercibidas al común de los mortales.

Porque, hablando de los mortales, las condiciones de uso de Amazon Web Services incluyen exenciones para el caso en que se produzca la situación de que «los cadáveres humanos revivan y traten de consumir carne humana viva, sangre, cerebro o tejido nervioso».

Vale.

Me imagino lo que estaría viendo en su televisor el que redactó esa cláusula.

Y no. No es un caso único.

Por ejemplo, los términos de uso de Amazon Games incluyen la siguiente cláusula:

«Para entrar en este Acuerdo y utilizar los Juegos, debe ser un humano vivo (por ejemplo, no una corporación, organización, inteligencia artificial (buena o mala), extraterrestre, primate no humano sensible, etc.). Sin embargo, esta restricción no se aplicará en el caso de que se produzca una toma de posesión generalizada del planeta Tierra por parte de extraterrestres, robots, simios o similares, en cuyo caso daremos la bienvenida a nuestros señores extraterrestres, robots, simios u otros, según corresponda, (dichas partes, «Sus Eminencias») para que jueguen a nuestros Juegos, y Sus Eminencias estarán sujetas a los términos de este Acuerdo, mutatis mutandis, a partir de la fecha de la toma de posesión y durante todos los períodos posteriores, hasta la fecha en que se restablezca el gobierno humano. Además, en el caso de que la toma de posesión requiera la migración forzosa de la especie humana a Marte u otro cuerpo celeste, donde los Juegos no sean operables en ese momento, haremos esfuerzos comercialmente razonables para (a) ampliar los lugares donde los Juegos estén disponibles y renunciar a las restricciones aplicables según la Sección 5. 2, a continuación, y (b) habilitar servidores de juegos locales tan pronto como sea razonablemente factible, sujeto en cada caso a la disponibilidad de la logística interplanetaria necesaria, los servicios públicos, el apoyo a la vida sostenible, los sistemas de desviación de asteroides, las tiendas locales o los servicios de distribución, y el estado de derecho, como pueden proporcionar nuestras filiales, nuestros proveedores externos, los seres celestes o las organizaciones gubernamentales o no gubernamentales.»

La pregunta importante aquí es ¿por qué a un usuario humano normal se le llama «Tú” y, en cambio, ¿a un simio se le llama “Su eminencia”? ¿Acaso los humanos ya no entramos en la categoría de simios?

En cualquier caso, hay dos importantes lecciones de negocios que se pueden extraer de estos casos.

Por un lado, redactar un contrato implica ponerse a pensar en todo aquello que pueda ocurrir. Aunque actualmente sea impensable. Porque un contrato puede durar mucho tiempo y nunca se sabe lo que va a ocurrir.

En 2019 (casi) nadie podía pensar que pudiera llegar una pandemia global. Y aquí estamos.

Por otro lado, que el humor y la sorpresa pueden ser formas interesantes de llamar la atención de nuestra audiencia.

¿Cuánta gente se habrá leído con más detalle los términos de uso de Amazon Web Services o de Amazon Games por el hecho de que alguien les ha dicho que allí hay algo peculiar?

Siendo realista, en caso de apocalipsis zombi lo último que me va a preocupar es recibir una carta del juzgado.

Pero ¿y si la demanda viene de una inteligencia artificial ofendida?