Viviendo fuera de la normalidad

«Y ¿cómo va la cadena de restaurantes y cafeterías?»

«Pues… recuperando»

Así empezaba mi conversación con Helmut, a quien no conocía de antes. Compartíamos mesa en un foro y recién nos habíamos presentado.

La pandemia da mucho juego en estos tiempos para conversar sobre negocios.

Y está claro que la pandemia nos ha afectado a todos. De distinta manera y con mayor o menor impacto, pero seguro que nos ha afectado.

Si tenemos suerte de que no nos haya impactado la parte sanitaria y, en consecuencia, la más humana, entonces podemos pasar a la profesional.

Da igual si eres empleado o empresario. La vida ya no es igual.

Que no a todo el mundo le ha ido mal.

Los hay que han aprovechado los cambios de necesidades y han crecido.

Los hay que han hibernado esperando tiempos mejores.

Y los hay que, vistos los cambios que venían, por necesidad o por visión se han reinventado.

Helmut me explica que la parte más delicada de su historia reciente fue derivada de la reciente apertura de un nuevo local en un lugar privilegiado de la ciudad. Un edificio emblemático protegido por Patrimonio que requirió una inversión muy importante. Y al poco de estar en funcionamiento se produce el peor de los momentos. Realizada la inversión no hay vuelta atrás.

Quedarse a la espera de tiempos mejores no era una decisión fácil.

Aún ya hecha la inversión, los gastos recurrentes eran muy importantes.

El alquiler de locales tan especiales, que hay que abonar mes a mes, no es nada barato. Ni aun negociándolo.

Y eso sumado a los salarios de bastantes personas que vivían del negocio y que, aún con las ayudas oficiales derivadas de ERTE, suponían un coste muy elevado cuando el negocio no estaba generando dinero.

Así que la opción, frente a tanta incertidumbre, en su caso fue cerrar algunos locales y centrarse en los que estaban más asentados.

Por ejemplo, en el mundo de la restauración, las dark kitchens han aprovechado los cambios derivados de no poder salir a comer.

Aunque parezca algo oscuro y tenebroso, las dark kitchens, también, para rematarlo, llamadas cocinas fantasma, son algo totalmente legal. Cocinas de restaurante dedicadas única y exclusivamente a servir comida a domicilio. Son restaurantes sin mesas, sin barra, sin camareros, pero con repartidores.

Entre otras cosas las dark kitchens, al no tener que atender al público personalmente, no tienen la necesidad de estar situadas en una calle de fácil acceso para los clientes. Lo que sí necesitan es estar situadas en un sitio de fácil acceso para los repartidores y cercano a sus clientes para poder hacer los repartos rápidamente.

Esto también ha creado polémicas cuando se montan cocinas industriales en pisos normales generando molestias para los vecinos. Ciertos ayuntamientos han tenido ya que tomar cartas en el asunto.

Da igual si es un negocio tradicional que, presuponiendo que las cosas cada año son más o menos como el anterior ahora se enfrenta a un terreno de incertidumbre. Ahora es mucho más difícil tomar decisiones, sobre todo de inversiones grandes.

Da igual si es un negocio de nueva creación que aprovecha cambios de consumo y que entra en un terreno nuevo, a veces poco explorado y que no sabe si sus clientes en unos meses volverán a sus antiguas costumbres o si las Administraciones Públicas van a empezar a regular cuando esté hecho toda la inversión con la normativa actual.

Como decía la pandemia nos ha afectado a todos.

Básicamente ahora se tiene que actuar en un terreno de mucha más incertidumbre.

Puedes ser aventurero y lanzarte a por la nueva oportunidad.

O puedes decidir esperar hasta que tengamos una nueva normalidad, sea la anterior o una futura, pero que permita tomar decisiones de una forma más fiable.

Seguro que en ambos casos habrá aciertos y errores.

¿Qué estrategia escoges?

Por cierto: ¿cuándo sabremos si hemos alcanzado una «normalidad»?