Tecnófilos vs tecnófobos

¿Qué hacemos los humanos en la primera ocasión de conversar con una inteligencia artificial que se pone a nuestro alcance?

No creo ser el único que, a los dos minutos, ya está intentando hacer que se equivoque y ponerla en aprietos y echarnos unas risas con los amigos dejándola en ridículo.

Eso, en mi opinión, dice mucho de la «Inteligencia Natural».

Años y años de investigación para tener esa primera conversación con una inteligencia no humana.


El siguiente paso es el de pensar cómo poner barreras a la Inteligencia Artificial.

No sea que se acuerde de nuestra primera conversación y decida vengarse.


Esa, más o menos, fue la introducción de uno de los bloques del “Encuentro ecosistema balear de Inteligencia Artificial” que se celebró recientemente.

Primer encuentro. Esperemos que haya muchos.

Porque lo cierto es que este evento, organizado por el Cercle d’Economia de Mallorca atrajo mucho interés.

Y muchas personas relevantes de Mallorca en ese campo. Tanto investigadores, innovadores que lo aplican en negocios y psicólogos y abogados.


Precisamente ese bloque, dedicado al impacto de la IA en la sociedad, se centró en posibles problemas legales y éticos que pueden aparecer.

Y, ciertamente las implicaciones pueden ser muchas.

Tanto positivas como negativas.


Y aquí es donde las películas catastróficas han hecho mucho daño.

2001. Minority Report. Terminator. E incluso Matrix y Her.

Vende mucho la visión distópica del mundo y de la tecnología.

El problema es que ahora ya no es tan “futurista”. Es algo que empezamos a poder tocar.


Siempre he sido un gran aficionado a la ciencia ficción.

Y estoy convencido de que ha influido mucho en que sea un tecnófilo.

Soy, más o menos, consciente de los riesgos que puede crear la tecnología.

(Seguro que tengo una visión sesgada, ya lo sé)

Pero estoy convencido de que las ventajas y el buen uso de las mismas aportan mucho más a la sociedad.


Y, además de las películas, es cierto que las empresas tecnológicas no se quedan atrás dando argumentos a los tecnofóbicos.

Cambridge Analytica, AggregateIQ, TargetPoint Consulting, Deep Root Analytics, Dataminr.

No para de crecer la lista de empresas que han usado, sin consentimiento, información personal recopilada de redes sociales para hacer negocios, campañas comerciales o, incluso, influenciar votos.

Aunque haya leyes.

Aunque se impongan multas exorbitantes.

El beneficio bien les vale el riesgo.


Sin leyes esto sería el salvaje oeste digital.

El que va mejor armado gana.

Pero con un exceso de leyes, donde todo el mundo es a priori culpable y tiene que demostrar su inocencia, mataremos la innovación.

Las pequeñas empresas ni podrán plantearse arrancar una iniciativa


Europa siempre destaca como adalid de los derechos de sus ciudadanos.

(O al menos así nos lo venden)

Pero, como tecnófilo, me alegró el comentario de un responsable del Govern que reconocía que es necesario encontrar un equilibrio.

Garantizar la protección de los derechos sin bloquear la innovación tecnológica.

Porque, lo cierto, es que esos inventos que llegan a la sociedad.

Se llame Siri o Alexa o Google Assistant o ChatGPT.

Esos inventos no son europeos.

Quedarse atrás en ese camino significa perder mucha relevancia.

Y mucho potencial de crear bienestar para todos.


Sea como sea, tanto para tecnófilos como tecnófobos, la IA está aquí.

Y está suponiendo un gran avance en el mundo de los negocios.

No “va a suponer”.

Ya está suponiendo.


Y las empresas ya empiezan a ser mayoritariamente conscientes de ello.

En poco más de un mes he participado en varias sesiones de brainstorming para explorar como llevar a la práctica las posibilidades de la IA mejorando procesos de empresas.

Desde automatizar tareas que antes no eran posibles, asistir a creadores de contenido para inmobiliarias o mejorar la experiencia del cliente en empresas turísticas.

Si aún no sabes si es factible en tu sector, en tu empresa, podemos hablarlo.