El efecto IKEA

En 1989 entré en una empresa que acababa de poner en marcha un nuevo sistema informático para gestionar reservas de viaje.

En 2013 dejé la empresa. Y el mismo sistema informático seguía gestionando las reservas de viaje.

24 años.

Evidentemente en Informática, como en muchas otras cosas, pero más en Informática, 24 años son una eternidad.


¿Cómo es posible que un sistema sobreviviera a todos los avances tecnológicos de 24 años?

Los ordenadores no tenían nada que ver. Los nuevos sistemas operativos no tenían nada que ver. Los nuevos lenguajes de programación no tenían nada que ver.

Pero, sobre todo, el negocio también había cambiado muchísimo.

Hasta 1989, el sistema anterior se basaba en gestionar las reservas en grandes pizarras de los call centers.

Y el sistema supuso una revolución al permitir poder consultar la disponibilidad y el precio y poder confirmar las reservas desde un terminal de ordenador.

Uno de esos terminales con pantalla verde y teclado mastodóntico que requería saber de memoria combinaciones de teclas y comandos para cada operación.

En 2013 todas las reservas de viaje se hacían de forma automática a través de la web a la que los agencias de toda España tenían acceso.

Pero, además, la gran mayoría de reservas se hacían de forma automática desde los propios sistemas interconectados de distintas agencias de viaje y otros proveedores.

Y muchas reservas requerían consultar en línea disponibilidad y precios de servicios que estaban en los sistemas de otros proveedores.


¿Cómo es posible que un sistema, diseñado como algo autónomo y autosuficiente, con sus propias pantallas y su base de datos, pudiera evolucionar a un sistema interconectado con proveedores y clientes y accesible a través de webs?

Bueno, en parte ese era nuestro trabajo: ir rodeando el sistema de mecanismos que le permitían evolucionar y conectarse con otros a medida que la tecnología avanzaba.


Pero la pregunta realmente importante es: ¿Cómo es posible que no se eliminase este sistema para sustituirlo por otros con tecnologías más actuales?

Porque con nuevas tecnologías seguramente sería más sencillo hacer interconexiones con otros sistemas o desarrollar webs para acceder al sistema o cualquier otra funcionalidad que hubiera aparecido posteriormente al lanzamiento de esas tecnologías obsoletas.


Si preguntamos a quienes crearon originalmente ese sistema nos dirían que estaba muy bien hecho.

Lo cual muy probablemente sea cierto.

Pero si preguntamos a un externo, a alguien que no participó en la creación de ese sistema original, la respuesta sería otra.


La respuesta corta es lo que se llama el efecto IKEA.

Esa tendencia que tenemos todos a dar más valor a lo que hemos hecho nosotros mismos.

¿Es mejor ese mueble para la televisión que hemos ensamblado, cual puzzle, utilizando toda la tarde del sábado que ese otro que nos han traído ya perfectamente montado a nuestro salón?

Es algo muy subjetivo.


Y, volviendo a sistemas críticos para el negocio, eso a veces se acaba traduciendo en decisiones que, según como, se pueden considerar casi sabotajes.

Vamos a poner a un equipo a desarrollar un nuevo sistema que reemplazará al antíguo. Pero, mientras lo desarrollan, seguimos haciendo cambios y mejoras al antíguo con lo que el nuevo nunca llegará a estar a su altura.

Cuando se acerca la temporada alta surgen urgencias que requieren que gente que trabaja en el nuevo desarrollo tenga que dejarlo temporalmente (porque, total, aún no está operativo) para ayudar en mejoras del sistema anterior (que es el que realmente se está usando).

Sabemos que hace 10 años que nadie ha utilizado esa funcionalidad que se desarrolló en el antíguo, pero nadie se atreve a quitarla , por si acaso vuelven a requerirla en el futuro.

Y así, tantos y tantos argumentos.


Esto no es un caso aislado.

Hay muchas empresas donde sustituir el sistema actual por otro potencialmente mucho mejor es una tarea casi imposible.

Y no solo cuando se trata de desarrollos propios.

Lo mismo sucede con aplicaciones compradas que llevan allí 20 años y que los usuarios tienen tan interiorizadas que la sienten como algo propio.

El sistema de trabajo que han organizado sobre la base de esa aplicación es de creación propia.

Y tienen su propio efecto IKEA.

A veces la única forma de sustituirlo es cambiar a los responsables de ese sistema. Cuando entra una visión nueva es cuando se cuestionan muchas cosas.


¿Estás dejando de lado oportunidades por mantenerte aferrado al sistema de siempre?

¿Tiene sentido que siga siendo así?