Hablando en jeroglífico

«Creación de una infraestructura de Nube Híbrida para alojar los nuevos servicios de Inteligencia de Negocio con la externalización de los Servicios Gestionados de TI.»

No, no es un jeroglífico.

Es parte de una oferta de servicios informáticos que ha recibido el propietario de una empresa.

Me la ha reenviado por correo pidiéndome si se la podía revisar.

Que, básicamente, significa si se la podía descifrar.


A ver… tal cual no estaba.

Algunos palabros estaban en inglés.

Así queda más… profesional?


¿Por qué los informáticos hablan esa jerga inteligible?

Vamos por partes. Esto no es exclusivo de los informáticos. Lo mismo sucede si te metes en casi cualquier gremio. Da igual si son abogados, electricistas o incluso albañiles.

Hay palabras técnicas para describir ciertos trabajos o elementos que solo se pueden explicar correctamente usando esos términos.

Y eso tiene sentido.

Cuando hablan entre ellos, claro.


Pero hay algo más.

Es ese lenguaje exclusivo que distingue a los integrantes de la secta de aquellos que son profanos.

Es ese santo y seña secreto que permite con rapidez verificar que el interlocutor está a nuestra altura.

Y eso está bien.

Utilizarlo entre pertenecientes a la secta no es mayor problema.

Es más barato que clavarte el pin del gremio en la solapa de la sudadera.


El problema es cuando se emplea ese lenguaje con gente ajena al sector.

El objetivo de cualquier mensaje es comunicar algo.

Y comunicar no es solo la parte de expresar un concepto que hace el emisor.

Es también la parte de interpretarlo que hace el receptor.

Si, en este caso, el cliente es probable que no sepa interpretar el mensaje, entonces el que tiene un problema es el que lo envía.

Tradúcelo a términos claros. Añade un glosario. Siéntate con él para preguntarle ¿quieres que te aclare algo?

Pero no lo envíes tal cual.

¿Te arriesgas a que tiren tu oferta porque sencillamente no te entienden?


Suerte que el propietario del negocio entiende de números. Si los números le convencen, entonces puede que haga el esfuerzo de buscar aclaraciones, del mismo proveedor o, como en este caso, de otra persona de confianza.


Antes de enviar un mensaje, piensa un segundo.

¿Será mi cliente capaz de entender cla-ra-men-te lo que le ofrezco, por qué lo necesita y lo que obtendrá con ello?

Es más, si lo explicas bien puede que le hagas ver beneficios de tu oferta que otros competidores han sido incapaces de explicar.

Y eso es una gran ventaja.

Si no lo tienes claro, enséñaselo a alguien de confianza que no sea de tu sector.

Tu madre, tu vecino, tu pareja de pádel.

Y si pasa la prueba del algodón, entonces vale. Dale al enviar.