Ha pasado un mes largo, muy largo, sin publicar aquí.
El motivo, la excusa: tenía que atender a un familiar enfermo.
Nooo. No era Covid.
Cuando decía que tenía un familiar ingresado la pregunta inmediata era ¿De Covid?
Pues no. Siguen existiendo otras enfermedades.
La buena noticia: ya sabemos lo que es, como tratarlo y ya está fuera del hospital.
Lo que más me ha llamado la atención: Se han necesitado tres semanas y media para tener un diagnóstico.
Siempre parece que un diagnóstico tiene que ser algo sencillo. Vas al experto, le cuentas lo que te pasa e inmediatamente ya te prescribe la receta salvadora.
A veces te pedirá que te hagas unos análisis para confirmar su teoría y ya está.
Pero no siempre es tan sencillo.
Como informático lo he vivido muchas veces: ¿Por qué esto genera este error? ¿Por qué funciona tan lento? ¿Por qué a veces se queda colgado?
Parece que inmediatamente tienes que tener la respuesta.
El trabajo es sencillamente como resolverlo.
Pero la realidad no es así. Muchas veces lo que requiere mucho tiempo y pruebas e, incluso, intervenciones más o menos complicadas es llegar al diagnóstico.
Y una vez tienes el diagnóstico puede que la resolución sea prácticamente inmediata.
Pero no es extraño pasar días, semanas o incluso meses para encontrar la raíz del problema.
En este caso médico esta ha sido la situación. El problema estaba identificado desde el principio, pero no se sabía la causa.
Se planteaban teorías y se probaban cambios para ver la reacción. Aunque ninguno daba los resultados previstos.
Una intervención resolvería todas las dudas, pero tenía riesgos importantes que se intentaban evitar.
Y esos cambios, esas pruebas, requerían cada uno varios días hasta poder ver cómo reaccionaba el paciente.
Para llegar a la conclusión de que eso tampoco era.
Y, para el paciente, empieza a ser desesperante cuando van pasando semanas sin resultados.
Ingresado en la clínica. Sin prácticamente poder moverse. Semana tras semana.
Hasta que finalmente la tecnología viene el rescate: una prueba poco habitual, que requiere equipamiento especial, se consigue, se aprueba y en pocos días explica el problema.
Y una vez se tiene el diagnóstico solo requiere tres días tener el tema controlado y el paciente ya puede volver a casa y hacer vida normal.
¡Prueba superada!
Como se suele decir: la experiencia es un grado.
Muchas veces, incluso en proyectos en los que yo no participaba en el día a día, con que sólo me contaran los síntomas ya podía decirle al desarrollador donde tenía que buscar el problema.
No siempre, por supuesto. Pero años trabajando con Software constituyen una base de datos impresionante.
También podemos llamarlo intuición.
Y de la misma forma puede aplicarse a cualquier otro campo.
Cuando algo es crítico vale la pena ir al experto. Porque no podemos pagar el precio que requiere la experimentación de prueba y error.