Hace unos meses, Alejo Ecube, a quien tuve el gusto de poder ayudar a organizar su discurso para el TEDxArxiduc de este año, utilizaba una expresión que me llamó mucho la atención.
Explicaba que estuvo en sus primeros trabajos una larga temporada, contratado pero a la espera de que llegase un proyecto.
Como no tenía nada especial que hacer durante todo ese tiempo navegaba por Internet.
Y, en sus propias palabras, dijo que estuvo así hasta que un día se acabó todo Internet. Llegó a la última página y tuvo que volver a empezar.
La exageración es un recurso fantástico para los discursos.
Para hacernos sonreír y llamar nuestra atención como audiencia.
A mí no es que me haya pasado esto, aún me queda algo de Internet por revisar.
Será que me mantienen ocupado.
Pero este verano he conseguido acabar mi lista, que yo pensaba era infinita, de podcasts.
Escucho podcasts a diario.
Es una forma fantástica de aprovechar el tiempo para aprender y para entretenerme.
En esos ratos en que el perro me saca a pasear o cuando estoy circulando solo en el coche escucho podcasts.
Hace años que abandoné la radio.
Solo cuando voy con otras personas en el coche escucho rock o música de los 80. La única música que vale la pena.
Y la he sustituido por una lista de podcasts a las que, por norma general, soy muy fiel.
Y yo estaba absolutamente convencido que esa lista era infinita, inacabable e interminable
Nunca se veía el final.
Para escuchar los podcasts utilizo una aplicación que se llama Overcast.
Como otras muchas similares permite explorar, buscar y suscribirse a podcasts.
Y además permite crear una «playlist inteligente».
La playlist inteligente está formada por mis canales preferidos que no quiero perderme.
Además me permite establecer dos niveles de prioridad de forma que cuando se publica un podcasts de mi lista de más prioritarios lo coloca al principio de la lista y cuando entran uno del resto lo coloca hacia el final.
De esa forma nunca me pierdo mis podcasters favoritos.
Como decía esa lista era un pozo sin fin.
Hay algunos genios del podcasts que publican a diario, con lo cual tengo todos los días de la semana, ese contenido por procesar.
Y, si me queda tiempo, entonces pasa a los no tan prioritarios.
Además, tengo la extraña costumbre de escuchar los podcasts a velocidad 1.5.
Sí, esa que suena como cuando rebobinabas una cinta de cassette a toda velocidad. bi-ru-bi-ru-bi-ru-bib. Debo tener alguna neurona atrofiada.
E incluso tengo programado para que se salte los primeros segundos de la entradilla o los últimos segundos de la músiquilla del final.
¡Hay que aprovechar el tiempo!
La lista no tenía fin, pero este verano, de pronto un día, Overcast se calló.
¿Se habrá estropeado?
Pues no.
Ya no había nada en la lista.
Se había terminado.
A eso han contribuido tres cosas:
En algún momento, no hace mucho, hice limpieza. Con el tiempo hay podcasts que me dejan de ser tan graciosos o parecen repetirse mucho o, sencillamente, son de un tema que ha dejado de interesarme.
Además en verano los autores tienen la mala costumbre de tomarse vacaciones y relajarse con la cual el mes de agosto la producción baja muchísimo.
Y además este verano he estado en algunos proyectos que me han requerido más reuniones presenciales así que, a m.as desplazamientos, más podcasts que he consumido.
Veamos el lado positivo: ahora he tenido tiempo para recuperar alguno de esos otros podcasts que tenía guardados/olvidados y que nunca llegaban a entrar en mi lista.
Incluso alguno de ellos ha pasado a formar parte de mi playlist de favoritos.
Por cierto, si te preguntas que escucho, creo que lo puedo resumir en tres grupos.
Por un lado gente que monta negocios, sobre todo online. Para ir pillando ideas.
Por otra parte consultores, por el mismo motivo que el anterior.
Y finalmente algunos podcasts de humor. Para romper la monotonía y echarme unas risas.
Así mezcladitos tiene más emoción: ¿qué vendrá ahora?.
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Te propongo una opción.
Muy sencillo. Solo tiene 3 pasos:
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El próximo 31 de octubre te envío mi lista de podcasts favoritos.
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