Cualquier lugar es bueno para dar un paso atrás.
Siempre que sea metafóricamente.
Por ejemplo, la terraza frente al mar en la que me reúno con Miguel.
Unas cervezas fresquitas entre nosotros. Y una sombra muy, muy necesaria aunque solo sean las primeras horas de esta mañana de septiembre.
No nos conocíamos de antes así que empezamos con las presentaciones.
Bueno, en realidad, él había leído algo sobre mí (de lo contrario no me habría contactado).
Y yo había hecho algunas averiguaciones.
Me gusta ir preparado a las reuniones.
Cuando empieza a explicarme su proyecto tengo que interrumpirle para clarificar dos cosas:
Primero. Que todo lo que hablemos en esta reunión será confidencial.
Evidentemente este es un primer contacto y aún no hemos firmado un acuerdo de confidencialidad. Ya lo haremos si seguimos colaborando.
Pero tengo que recalcarlo porque me gusta hacer preguntas para entender correctamente la situación de su proyecto y poder aconsejarle bien. Necesito saber números, fechas, socios, detalles.
Segundo. Que esto es una reunión preliminar de toma de contacto.
Lo digo para controlar expectativas.
Que no espere salir de la reunión/cerveza con una asesoría completa o un brainstoming elaborado.
Y lo digo a pesar de que que yo, que me conozco, ya tengo claro que no sabré callarme cuando surja la oportunidad de ayudar de alguna forma.
Aclarar estos dos puntos produce un efecto relajante y hace la conversación mucho más fluida y provechosa.
Y Miguel me explica su proyecto.
Desde como surgió la idea inicial con sus colaboradores.
A su experiencia/fracaso con los primeros clientes.
Que le lleva a pivotar, a cambiar el modelo, a lo que están haciendo actualmente.
El proyecto está teniendo éxito y presenta muy buenas perspectivas.
Entonces… ¿Para qué esta reunión?
Parece que hay algo que se está quedando en el tintero.
Esa sensación de que el proyecto tiene un mayor potencial que no se está sabiendo aprovechar.
Así que Miguel ha tomado el toro por los cuernos y ha pasado a la acción.
Está contactando con varias personas referentes en proyectos de innovación.
Personas a las que conozco y admiro y que tienen la capacidad de saber ayudar a emprendedores y empresarios con nuevas ideas.
Y ahí es donde está el valor de conversaciones como esta.
Saber dar un paso atrás para tener una visión más amplia del negocio.
Por aquello de que los árboles no dejan ver el bosque.
Miguel ha sabido adoptar el camino más práctico.
Hay personas que, con toda seguridad, saben mucho menos que nosotros sobre nuestro sector.
Y, sin embargo, nos pueden aportar esa visión estratégica más amplia que nos ayude a hacer crecer el negocio y pasarlo al siguiente nivel.
Porque, tal como ya avisaba anteriormente, yo no sé cumplir aquello de quedarme escuchando por ser una primera toma de contacto.
Y planteo y propongo las ideas que se me ocurren sobre hacia donde y cómo se podría escalar este proyecto en un futuro cercano.
Miguel tiene dos grandes méritos:
Uno: saber reconocer cuáles son sus fortalezas y debilidades y buscar apoyo y colaboradores que le ayuden a compensar esos puntos débiles.
Dos: saber plantearlo como un reto para que la gente, inevitable y gustosamente, ponga las neuronas a trabajar a su servicio.
Así que te sugiero que periódicamente realices el siguiente ejercicio.
Aunque las cosas estén yendo bien.
Especialmente si las cosas te están yendo bien.
Resérvate unas horas para examinar tu negocio o proyecto y plantéate dos preguntas:
¿Estoy aprovechando todo el potencial de mi proyecto para hacerlo crecer?
¿Quién puede tener esa visión más amplia que me ayuda a identificar las nuevas posibilidades?
Ese paso atrás te ayudará a clarificar y adoptar un mejor camino para el futuro.