¿Morir de éxito? El caso Clubhouse

Cuesta horrores lanzar una aplicación de éxito.

De hecho lo más probable es que se muera por el camino.

Hay muchísima gente que lo intenta y, muy, muy pocos consiguen llegar a destacar y a ser, sencillamente, sostenibles.

Pero lo que es más curioso es que una aplicación que consigue la relevancia necesaria, que consigue estar en todas las portadas, en boca de todo el mundo en muy pocos meses luego desaparezca sin más.


A ver, tampoco creo que haya desaparecido del todo. Pero a efectos prácticos como si lo hubiera hecho.

Estoy hablando de Clubhouse.


Una nueva aplicación que explotó a principios de este año. Un sistema de salas de reuniones de audio.

Algo distinto a lo que existía hasta el momento.

Permite que cualquiera pueda montar su canal de radio.

Y poder ofrecerlo a nivel mundial.

Contenido vivo, que se creaba y, si no estabas en ese momento, te lo perdías. Efímero que llaman.

Contenido, por tanto, fácil de crear y fácil de consumir.


Lanzado con una inteligente campaña de marketing.

Se accede sólo por invitación.

Eso significa que el crecimiento será bastante escalonado.

Bien por el creador. De esta forma puedes reaccionar a los problemas y ajustarte a la evolución.

De hecho se comentaba que ciertos usuarios habían pagado más de 1000 dólares por una invitación.


Soy un gran consumidor de podcasts. Otro tipo de contenido en audio.

El hecho de que sea en audio abre muchas posibilidades que no tiene el vídeo o el contenido escrito: puedo consumirlo mientras hago otras cosas. Mientras conduzco y mientras paseo el perro (o el perro me pasea a mí).

Pero hay una diferencia muy importante. En realidad dos. O hasta tres.

Un podcast tiene un sentido claro. Tiene un título y alguien lo planifica y lo crea para explicar algo específico. Si me interesa lo escucho. Si no pues lo ignoro. Las sesiones de Clubhouse suelen ser más abiertas.

Por otra parte, el podcast lo escuchas cuando a ti te viene bien. En cambio Clubhouse es en directo. O estás o te lo pierdes. Te crea una dependencia del reloj que no siempre me puedo permitir. Que por otra parte asegura que todo el mundo que participa está realmente ahí en ese momento y eso abre la puerta a otras posibilidades.

Y en un podcast solo habla el presentador o, quizá, el entrevistado. En Clubhouse cualquiera de la audiencia puede ser invitado a participar.


Yo había oído hablar de ella, pero aún no la había probado.

De hecho conseguí mi invitación y lo tenía instalado, pero no había dedicado tiempo a explorarlo.

Consecuencias de la expectación que estaba creando su lanzamiento. Cada día se lanzan docenas de redes sociales o plataformas y es imposible estar atento a todas ellas.

Pero hace unos meses me invitaron a dar una presentación en UBE Academy y, como experimento y por primera vez, decidieron que, tras la presentación, abrirían el nuevo canal de Clubhouse para poder charlar en directo con la audiencia.

Que pudieran preguntar sobre el tema de la charla.

Y fue sencillo. Técnicamente ningún problema. Hubo participación y pudimos interactuar y resolver dudas.

Pude tener feedback al momento de la presentación. ¡Genial!


A partir de ahí sí dediqué unos días a explorar Clubhouse.

Me conecté a ciertas sesiones. Me apunté a sesiones planificadas. Las había de todo tipo.

Muchas veces me apuntaba, pero luego no llegaba a tiempo para poder asistir cuando llegaba la hora. Cosas del directo.


También estuve haciendo zapping.

Me sentía como un Voyeur, entrando a mitad de conversaciones que no sabía ni de qué iban (más allá del título) ni en qué punto estaban.

Escuchaba 5 minutos y salía.


También había personas que tenían programadas una, dos, tres sesiones al día con exactamente el mismo título.

No sé si eran repeticiones de lo mismo o, sencillamente, continuaciones de un tema.

Tanto en un caso como en el otro, la verdad es que me era poco atractivo. No tiene sentido escuchar lo mismo varias veces ni pillar una presentación de muchas horas por la mitad sin haberlo escuchado desde el principio.

Así que lo apagué.


Y de la misma forma creo que le ha pasado a mucha gente.

No es que la aplicación no tuviera gran potencial.

Pero el contenido que se generaba no era suficientemente valioso para el oyente.


Es cierto que, al poco de lanzarse Clubhouse, y dada la repercusión que estaba teniendo aparecieron todos los grandes intentando explotar el mismo mercado.

Facebook, Twitter, Discord, Telegram, Slack e incluso Spotify anunciaron que iban a incorporar funcionalidades casi idénticas a las de Clubhouse.

No iban a permitir que un recién llegado les quitase la atención de «su» gente.

Pero no creo que ese sea el motivo del declive. 

En realidad, aunque estos «grandes» han lanzado esas funcionalidades nadie me ha invitado a participar en ellas.

Están ahí como una opción más. Pero no ha realizado ningún ruido. No han cambiado nada.

Nada.

No me consta que se estén usando como canal de comunicación tal como se diseñó Clubhouse.


Creo que el problema está en que los «expertos en redes sociales» vieron esto como una tierra virgen por ocupar.

Era un mundo por colonizar y había que ser el primero y ocupar el mayor espacio posible cuanto antes.

No importaba con qué. Ni si el contenido era de valor ni si era de calidad.

Lo único importante, como en cualquier red social, era ser el primero.


Y en la práctica eso llenó el espacio, o en este caso el tiempo, disponible de la gente con contenido de poco valor.

Irrelevante para la mayoría de la gente.

Así que, cuando alguien nuevo llegaba a Clubhouse y lo exploraba ya no veía nada interesante.

Expertos, semi-expertos y presuntos-expertos hablando sobre cualquier tema.

Normalmente gente que tenía mucho tiempo libre para invertirlo en ese canal.

En lugar de en sus negocios.

Llenando las horas con contenidos que se podrían resumir en minutos.


Así que dejaron de apostar por ella. La plataforma dejó de ser atractiva. Primero para los recién llegados y, con la caída de la audiencia, para los primeros invasores ocupantes.

A día de hoy, uno de esos creadores que organizaba 3 sesiones al día, ya hace 4 semanas que publicó la última.


Si estás creando una plataforma, una web, una red social, cualquier cosa que depende de que el contenido sea generado por los usuarios ahora tienes una cosa más a tener en cuenta: ¿cómo te proteges del abuso que puedan hacer los usuarios?

Debes tener en cuenta que el valor de tu plataforma está directamente relacionado con la calidad del contenido que generan tus usuarios.


Y si eres un usuario que aporta contenido a una de esas plataformas debes cuestionarte en qué plataformas debes estar.

Las plataformas, y especialmente las redes sociales, buscan aprovecharse de nosotros. Y nosotros debemos ser lo suficientemente inteligentes para aprovecharnos de ellas.

Si no es win-win no interesa invertir nuestro tiempo. 

Habrá casos en los que se puede apostar por una nueva opción recién llegada. Por si acaso. Por si es la próxima Meca de los usuarios.

Pero hay que estar muy atentos a su evolución y siempre, siempre, siempre valorar si lo que nos aporta justifica el esfuerzo que estamos haciendo.